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Concepción del Oro

Breve noticia de la milagrosa imagen de Nuestro Padre Jesús DADA A LUZ por el Pbro. Daniel Prado ORIGEN DE LA IMAGEN

I

La tradición más conforme y admitida que acerca de esta milagrosa imagen corre, es como sigue:
A fines del siglo XVI, cuando Mazapil era gobernado por alcaldes, al volver unos operarios de sus trabajos, por el camino de un rancho llamado “Santa Olalla”, distante como 16 kilómetros al oriente de la cabecera, al llegar junto a un arbolillo (pino) que hasta el día se conoce con el nombre del “pinito”, les sorprendió ver una

gran caja forrada de cuero, y perfectamente embisagrada y con grandes y macisas chapas asegurada; en medio de esta sorpresa no acertaron ni aún a acercarse e investigar el contenido de la caja, si no que juzgaron necesaria la intervención del Sr. Alcalde y acordaron quedarse unos al cuidado del hallazgo en tanto que otros venian al Real (como sellamaba entonces a Mazapil) a participar lo ocurrido al Sr. Alcalde, quien al recibir la noticia dirigióse acto continuo al lugar del hallazgo acompańado de sus coadjutores y gran parte del pueblo que le siguió atraido por la novedad. Llegado que hubieron , manda el Alcalde desclavar la caja, y cuál no sería la sorpresa de los presentes al encontrarse una imagen, la que luego que fué reconocida por el Alcalde, exclamó lleno de júbilo: “ˇMi Padre Jesús!”, titulo con que hasta el día se llama por los hijos de este mineral.

II

Después de que el Alcalde y el pueblo hubieron adorado la santa imagen con la mayor devoción, rezando el rosario, la condujeron a Mazapil; de pronto y por carecer de templo, fué colocada la imagen en una humilde capilla, que desde que fué descubierto este mineral, existió con el nombre de “La Veracruz”; allí se veneraba una imagen de Jesús crucuficado que aún existe en esta parroquia. En dicha capilla, que ya entonces estaba en deterioro, estuvo la santa imagen, hasta que el Alcalde y el Vicario, temiendo que el estado ruinoso en que se encontraba “La Veracruz” perjudicara a la imagen venerada, dispusioeron fuera trasladada ésta a la Hacienda de Cedros, por estar allí la capilla en mejores condiciones.
Más como los vecinos de Mazapil no estuvieran muy conformes con que se llevara la imagen a Cedros, el Alcalde y el Vicario activaron la construcción de un templo ( que es el que hasta hoy existe ) para calmar los ánimos ya excitados del vecindario y a los 20 ańos de haberse arruinado “La Veracruz”, se dió principio a la edificación del templo y capilla actuales, según consta en una lista casualmente encontrada el ańo de 1870; en dicha lista figuran los nombres de las personas que cooperaron con gruesas sumas para la construcción de la capilla y templo parroquial, cuya construcción empezó por el ańo de mil seiscientos y tantos , siendo cura de esta feligresís el R. P. José María Hidalgo, bajo cuyos auspicios empezó, más no se sabe si vió o no terminar la obra.
Lo que si consta es que la parroquia y la capilla datan de una misma época y son de una misma construcción, como lo indican el enlace de sus arcos, el estilo de su ornato y la calidad de su mineral.
Una vez construida y perfectamente decorada la parroquia hoy existente y en cuyo explendor tomaron parte los fabulosos capitales de don Francisco Urdińola, Marqués de Aguayo y de don Juan de Angulo, minero en el siglo, religioso después de la Provincia de Zacatecas, de donde se exhumaron sus restos y fueron transladados al Apostólico colegio de Nuestra Seńora de Guadalupe, donde se conservan en una urna de fierro.
Se trasladó la imagen de Cedros a Mazapil, pero de este acto no existe documento alguno en el archivo de esta parroquia, sea porque no hubo cuidado de levantar acta, sea porque el tiempo la haya destruido, o tal vez, existirán esos preciosos documentos en el archivo civil donde hay más de diez libros de los que se apoderaron sin justicia.
El libro primero de gobierno que es el más antiguo de los que se hallan en el archivo parroquial a fojas 34, se encuentra un acta que apenas es inteligible, tanto por lo incorrecto de su ortografía, cuanto por la acción del tiempo, y lo peor, de sus caracteres; este manuscrito son las continuaciones de una cofradía llamada de “Jesús Nazareno”, fundada el ańo de 1698, lo cual hace conjeturar que muy reciente al hallazgo se formó, subsistiendo hasta el ańo de 1857, cuando era cura el Presbítero don José Francisco Sotomayor. (q.e.d.)


III

Quiero describir muy ligeramente este divino simulacro. Mide un metro 80 centímetros, está inclinado hacia delante en cuya actitud se presta muy bien para cargar la cruz; tiene los brazos de gozne, para ponerse como se quiera. En cuanto a su aspecto, aunque algunos hayan querido tacharlo, no han tenido razón ni poca para ello,
Porque si atendemos en qué circunstancias está representado nuestro Salvador y luego oímos la narración de los libros santos, resultará que la imágen a que me refiero apenas es un trasunto del original, más, atendemos aquello de los lamentos de Jeremías, Lc.III:
Ecce vidimus eum non habentem speciem neque decorem aspectus ejus eo non est.~ He aquí lo que vimos y no tiene belleza ni esplendor; no es hermoso a la vista.
Siendo, pues, esta imagen de Jesucristo representado en aquellos tormentos de su pasión, no deberíamos lamentarnos de su deformidad, puesto que así lo pusieron nuestras iniquidades.
Su rostro revela bien la pena que sentía caminando para el Calvario, convertido su cuerpo en una llaga; tal le puso la flagelación; su boca aparece un poco entreabierta, aunque sin dejar ver los dientes; los labios se ven hinchados por la bofetada que recibió; los ojos inyectados y como fuera de sus órbitas y cubiertos de sangre coagulada, el pelo de bigote y barba aparecen como unidos con sangre congelada que desciende de la divina cabeza y bańando el cuello baja por todo el cuerpo; la nariz está afilada como de un cadáver y los poros abiertos en extremo, como efectos de la fatiga; en la punta está suspendida ya para caer, una gota de sangre. Con mucha dificultad se ve parte de la lengua, cárdena enteramente, el color del rostro en lo general es negro sanguíneo algo amoratado en las mejillas. En las manos se nota por el color lívido de ellas, lo exhausto que estaba por tanta sangre derramada, está en actitud de dar un paso, con el pie derecha hacia delante y el izquierdo hacia atrás y para que el tiempo no venciera este equilibrio inestable, sostiene todo el cuerpo una varilla de fierro que abarca la cintura y baja hasta la repisa, que es de madera de roble, tan antigua como la imagen.

IV


He concluido la narración que me propuse, le falta mucho, pero la escasez de datos no me suministró materia suficiente para hacerlo más extensamente.
Lo que dejo asentado respecto del origen de la imagen, en su mayor parte viene por tradición constante y es casi admitida. Quizá acepten bondadosos los buenos hijos de Mazapil estos apuntes, antes que se pierda la tradición en la obscura noche de los tiempos.
Esto servirá a sus descendientes para que las generaciones futuras sepan a quién profesaron sus mayores la ardiente devoción, el gran amor que un día nos salve a todos.

 

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