Una plática de recuerdos con el buen amigo, el maestro Jesús de la Rosa, nos llevó en las alas de la remembranza y el recuerdo de un trenecito que vino a llenar las páginas de la historia de Saltillo, como un acontecimiento que marcaría la unión de dos pueblos y dos estados.
El tren Coahuila y Zacatecas; El Coahuilita, le llamaba mucha gente. Otros quizá con más amor le hacían llamar "El Piojo”. Un recorrido de 120 kilómetros que se hacían en un espacio de cerca de cuatro horas, pero que además de llegar al mineral de Concepción del Oro, servía como un recorrido turístico y fomentaba la economía regional de todos los pequeños poblados por los que pasaba desde Saltillo hasta Concha del Oro.
Era un viaje por el semidesierto mexicano, era disfrutar la belleza del campo, admirar aquellas flores del cardenche, y la belleza de la flor de palma. Pero además era saborear los ricos antojitos regionales elaborados con productos del campo, aquellas inolvidables gorditas, las riquísimas enchiladas y todo aquello que los lugareños vendían a quienes tuvieron el privilegio de viajar en aquel trenecito de vía angosta, que sin duda alguna llenó de emoción y algarabía a las gentes sencillas de aquellos tiempos.
UN POCO DE HISTORIA
Quizás muchos o tal vez nadie ha escrito sobre este pintoresco ferrocarril ya perdido en los umbrales del tiempo, hoy ya nada queda de aquel trenecito; tal vez algunos vagones olvidados en la estación de ferrocarril o bien en algún museo, y en el campo ya nada queda, si acaso sólo el bordo por donde alguna vez pasó aquel inolvidable tren.
Aunque parezca increíble, cuando empezó a funcionar vino a cambiar y ser una importante influencia en la economía de la capital de Coahuila, fue un 20 de abril de 1893 cuando el Gobierno Federal otorgó la concesión para el funcionamiento del ferrocarril, y su importancia era que no sólo unía a dos poblaciones, sino que convertiría en un polo de desarrollo a dos estados, Coahuila y Zacatecas, pero donde la preponderancia era Saltillo por ser una ciudad de importancia y además capital de Coahuila. Se terminó de construir el ferrocarril y empezó a funcionar el 1 de enero de 1898, este trenecito fue construido para sacar el mineral de la zona de Concepción del Oro, aun cuando era de vía angosta era en la Estación Carneros donde se transbordaba el mineral a otros carros, pero ya de vía ancha, en ocasiones ese transbordo se hacía en la propia ciudad de Saltillo; se concedió el permiso para transporte de pasajeros, se hacían movimientos tres veces por semana y en los días alternados el tren regresaba de Concha del Oro con su carga de mineral y los pasajeros que disfrutaban este viaje. Es de tal importancia que gracias a esta vía de comunicación, muchos jóvenes estudiantes del norte zacatecano pudieron venir a Saltillo a prepararse en las diferentes escuelas que existían ya en la capital de Coahuila.
¿QUIÉN LO CONSTRUYÓ?
No se puede permanecer indiferente a los cambios de la vida, ni olvidar el pasado, porque es a través de su conocimiento que podemos crecer en el presente, porque es así como se escribe la historia del hombre y de los lugares que él habita.
Saltillo no puede ni debe olvidar a quienes llegaron a esta tierra de promisión con la confianza y seguridad de hacer fortuna. Desde lejanas tierras, hombres de fortuna y aventureros pusieron sus ojos en esta tierra y cual conquistadores, quemaron sus naves y arriesgaron lo que tenían y en ocasiones hasta la vida para hacer fortuna, una fortuna que no les fue negada, sino al contrario, fueron recompensados por su esfuerzo y arrojo.
Uno de ellos fue don Guillermo L. Purcell, nacido en Limerick, Irlanda un 4 de noviembre de 1844. De este hombre se han escrito una y mil historias, pero lo cierto es que a los 17 años de edad recibe la invitación de laborar en México, misma que acepta y no aparece en ninguna parte de las historias escritas sobre este hombre que se convirtiera en un aventurero, sino al contrario, es más bien un espíritu de sedentarismo lo que lo trae a Saltillo, donde habría de hacer una considerable fortuna en la explotación de minas, ranchos ganaderos, el cultivo del algodón y las fábricas textiles, lo que no sólo le daría un nombre en la sociedad de Coahuila, sino un hombre que vino a proyectar la economía regional y uno de esos proyectos fue precisamente el ferrocarril Coahuila y Zacatecas.
LA IDEA Y EL PROYECTO
Una de las regiones más ricas en cuestión de minas siempre ha sido Mazapil (lugar del venado pequeño) desde los tiempos inmemoriales del Marqués de Aguayo y de los fundadores de la población, que finalmente vendría a ser la cuna de las poblaciones más importantes de Coahuila, allá también llegarían hombres que queriendo hacer fortuna invertirían en la minería. Una de esas familias fueron los Morrison, que se convirtieron en dueños de las minas de cobre, mismas que las hicieron rentables hasta que los hijos se fueron a estudiar a Inglaterra para nunca más volver a México, esto traería como consecuencia la ruina de la producción minera, siendo finalmente el Banco Purcell quien se quedaría como dueño de esas minas.
Sin embargo, al crearse la Compañía Minera Mazapil Cooper Co. con sede en Manchester, Inglaterra, uno de sus socios fue precisamente don Guillermo Purcell, quien vio la necesidad de construir un ferrocarril entre Concepción del Oro y Saltillo.
Aprobado finalmente por el Consejo de Administración de la Mazapil Company, el Gobierno mexicano aportó sólo 1,800 libras de las 150,000 requeridas para su construcción. Es de hacerse justicia que al realizarse los trabajos topográficos para el tendido de la vía, los dueños de los terrenos ni siquiera firmaban ningún documento y se manifestaban de acuerdo con lo que el señor Purcell dijera.
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Por Heriberto Robles Rosales