En las altas montañas al sur poniente de Concha del Oro muy cerca del Cobre sucedió la gran tragedia.
El camión de transporte que salió de Mazapil a las 3:00 de la tarde de aquel viernes 5 de diciembre de 2003 a Concha nunca llegó. Ese trágico día como todos los fines de semana el camión venía lleno de pasajeros, el último pasajero abordo el camión en el Cobre al diez para las cuatro, y quince minutos después sobrevino la tragedia.
Trece personas murieron en ese accidente a causa de una falla mecánica, el camión sin control se fue al fondo de la barranca. Que momentos de terror y desesperación vivieron aquellas personas cuando el chofer gritó: ¡Nos vamos a ir! todo fue tan rápido que el camión dando volteretas cayó destrozado hacía el vacío, los cuerpos de los heridos y muertos quedaron regados entre las piedras junto con trozos de vidrios, hojas y hierros retorcidos. Escenas dantescas se vivieron en esos momentos de dolor, la sangre cubría los cuerpos de los muertos y los heridos, gritos de llanto y dolor se escucharon en esa tarde triste. Una nube negra cubrió el área del accidente, surgió de pronto, derramó llanto y poco después el viento se la llevo y con ella las almas de los difuntos y mientras se alejaban con tristeza veían de lo alto la tragedia que quedó. Se alejaban para siempre, su destino se había cumplido no quedaba nada por hacer. ¿Cómo fueron sus últimos momentos?, ¿Para quién fueron sus últimos pensamientos? ¿Qué desearían? No se sabe, proyectos, planes, ilusiones y ganas de vivir, todo se había truncado, todo acabo ahí.
Ya pasaban de las cinco de la tarde cuando patrullas y ambulancias comenzaron a subir. La poca gente que los vio pasar se preguntaba qué habría pasado, nadie sabía nada, hasta ese momento. Poco a poco la gente se había reunido ansiosa por saber que estaba pasando. No pasó mucho tiempo cuando alguien comentó: " que un camión pasajero se había volteado ", ¿Cuál camión?, preguntaban con ansia?, el que venía de Mazapil, no podía ser otro, a esa hora nada más ese podía ser. La curiosidad de algunas personas y la desesperación los obligó a pedir un aventón para que los llevaran al lugar del accidente. Ya estando ahí solo encontraron desolación, dolor y llanto, fue terrible la impresión de ver el camión pasajero destrozado en el fondo del arroyo. i Que cosa tan terrible! mirar los heridos sangrantes pidiendo ayuda y los cadáveres regados ya sin que les prestaran atención los rescatistas, pues lo que importaba en esos momentos eran los heridos. En camillas y como pudieron los héroes anónimos (los rescatistas) sacaron a los sobrevivientes, las ambulancias y patrullas no se dieron abasto por montones fueron llevando los heridos a los hospitales y a los muertos a la Casa del Anciano. para que ahí sus familiares los identificaran, por cierto, una tarea muy penosa. ¿Cómo ibas a decirles a tus padres que su hijo estaba muerto? a la esposa: que su marido había muerto, o al hermano, o a los hijos que sus padres estaban muertos. ¿Cómo? ¿De que forma?, para que no sufrieran tanto. Ese fue un momento muy difícil que no se le desea a nadie.
Qué pena y que tristeza cuando a las horas de la noche o de la madrugada tienes que llegar a tu casa con el cuerpo de tu familiar envuelto en una sábana y puesto en un ataúd, después de haberlos visto horas antes y platicar con ellos, ahora te lo entregan ya sin vida. Que dolor para los padres, para la esposa y para los hijos tener que enfrentar una pena que no se esperaban. Al día siguiente después del velorio, hacer los trámites de rigor, preparar la tumba, acudir con el sacerdote para la misa y recibir a las personas que te dan el pésame y acompañan en tu dolor. Muy pronto llego la tarde, apenas por la mañana se escuchaba el estruendo de las espoletas para recordamos que estábamos de fiesta que no lucía por que se opacó por la gran tragedia, todo era silencio y dolor era el sábado seis de diciembre a las tres de la tarde, había luto en el corazón de los concepcioneses, las campanas de la Iglesia de la Inmaculada Concepción llamaban a duelo, era la primer llamada " la hora había llegado y en las casas que estaban los cuerpos había llanto, no se resignaban. Pues era el momento de partir había que estar puntuales en la Iglesia. De todas partes salieron los cuerpos en carrozas, en camionetas o a pie. Todo el pueblo se dio cita, en la Iglesia no cupo la gente" las calles estaban llenas, amigos" parientes y hermanos, todos estaban ahí no los verían mas y querían estar con ellos hasta el último momento.
Ya en el panteón las tumbas esperaban, estaban listas para recibir los cuerpos, aquí reposarían sus restos, era su última morada, su misión estaba cumplida, la tarde era triste a pesar de la música que alguien le llevó a su difunto, tal vez a si lo quería él, pero esa música a pesar de era bonita entristecía más el momento, pues en el corazón de la gente había tristeza, dolor y llanto. El estruendo del claxon de los camiones pasajeros de la misma empresa y compañeros del chofer que murió hicieron voltear la mirada hacía ellos pues de esa forma estaban dando el adiós y manifestaban el pésame a su compañero que por tanto tiempo había conducido, ir y venir cumpliendo con su deber hasta que su destino llegó a su fin y con él, el de algunos de sus pasajeros. Ahora en esas montañas se encuentra una cruz con los nombres de los caídos como testigo mudo de una tragedia y allá en el fondo del barranco otra cruz en una pequeña bóveda dedicada al chofer y ahí entre los restos de fierro y láminas, también se encuentran restos de vidrios del camión y algunas muestran una frase que apenas se puede leer y dice: " El rey de la sierra", es todo lo que quedo de aquel flamante camión de pasajeros DINA internacional modelo 2001: ¿ y quién va a responder por esto?, a esta pregunta cabe decir y recordarles a los señores que hacen la leyes que no estaría de más que las modificaran sobre todo la que habla de transporte y vialidad porque tal parece que esta ley está hecha solo para favorecer a los empresarios transportistas y en un accidente donde se pierden vidas los afectados que se frieguen. Porque todos como Pilatos se lavan las manos. ¿O acaso serán como Judas que se venden por unas cuantas tristes monedas? Y tratan de dar solución con acuerdos plagados de engaños y al final todos esconden la cabeza como el avestruz para evadir responsabilidades (y que me disculpe esta ave por compararlos con ella). Nada personal nada más cada quien que agarre su parte
JOSE ASCENSIÓN OVALLE VIELMA