Cuántos recuerdos llegan a mi memoria cuando disfruto los sonidos de la magnífica Banda de Zacatecas desfilando por las angostas calles de Concha del Oro.Sin duda como fantasmas de tiempos ya idos, quizá me acompañen y disfruten las vibrantes notas de la Marcha de Zacatecas; es sentir la palabra del poeta del semidesierto, don Antonio Valdés Carbajal,
aquel hombre que se nutrió de la savia subterránea de su pueblo y que le cantó al paisaje lleno de palmas, cardenches y lechuguillas, y así acompañado de mis viejos amigos disfruté otro día más, el 8 de diciembre, día de la Santísima Virgen de la Concepción.
Al inicio de mi escrito quiero que mis añoranzas me lleven al pueblo que me inició en mi vida de minero, al que sin ver el caballo en su cerro El Temeroso, la vida me traería a él, a recorrer sus calles empedradas y volver a vivir de mis recuerdos, escuchar el chirriar de las poleas de aquellas canastillas que desde la mina socavón principal transportaban el mineral, mirar la cumbre de sus cerros, escuchar las serenatas en su plaza, oír el grito del minero que a la mina alegre baja, escuchar el sonido cantarín de tus campanas que hacen que no me olvide de mi pueblo, escuchar el eco de mil voces, es como ver las sombras de los amigos de aquel tiempo, saborear las mieles de los sueños, es volver a vivir un presente que está lleno del pasado, de lo hoy hablo muchas cosas que ya no existen, como no existen ya muchos de los hombres de aquel tiempo, volver a vivir esos recuerdos, pensamientos y voces del alma, momentos de emoción, de íntima desnudez anímica o de amargura, que se traduce en ironías que parecen sonrisas que se entristecen, así es la vida de un minero, porque las minas me dieron vida, como me dieron dinero y las mujeres que disfruté en la vida, como llegaron se fueron.
Cuando se termina la vida, y estamos por llegar al final del recorrido, nos llega la nostalgia de los días idos y los tiempos muertos, de las flores vivas y los amores viejos, de los recuerdos ahogados y las lágrimas vertidas, de los vinos derramados y las mujeres amadas y los amigos desaparecidos.
Así regresamos al pueblo que bajó del cielo, a una tierra que nos llenó de ensueño y de castillos que casi siempre se perdían o morían en el aire, de amores fugaces y tesoros escondidos, de cariños sublimes y vientos tormentosos, hoy al recorrer sus calles y disfrutar sus tiempos, me llegan los recuerdos del inicio de una aventura de una ilusión que ya culmina.
El 8 de diciembre
Cuando al llegar el 8 de diciembre y estar en Concepción del Oro, me propuse escribir algo sobre la fiesta patronal de la Virgen de la Concepción, la verdad, me encontré con una fuente inagotable de historias y leyendas, que surcan el firmamento.
Cuando se menciona el nombre de Concha del Oro, es destapar un cofre de milagrerías de ricas esencias del pasado, recordar su ambiente minero y provinciano, que sabe de luchas y esfuerzos, de plácidos veranos, gélidos inviernos y lluvias pertinaces.
Es recordar a sus mujeres, que tienen la belleza morena mexicana, y que en su rostro ponen la nota airosa de su sonrisa preñada de esperanza, mujeres que se hacen deseables, pero respetables, con los tesoros ocultos de la bondad y la grandeza, de la sana alegría, del afecto puro que las hacen difíciles de olvidar y fáciles de amar.
LA TRADICIÓN
Decía una viejecita que se encontraba a mi lado, cuando la banda tocaba, una pareja bailaba, y todo el pueblo disfrutaba, "ay señor, ya tengo casi ochenta años, me fui muy jovencita para Monterrey pero, aquí estoy en mi Concha querida como cada año, aquí traemos la danza para venerar a la virgencita, y así será hasta que me muera” y me llegaron los versos del poeta.
Ese día recordando las letras del poeta:
Alguien podía faltar en este día santo,
pero no los danzantes, con sus lunas de espejos
en los penachos, y muy vulcanizados sus huaraches
al comenzar su danza, despiertan a la piedra que cubre el pavimento.
¡CONCHA DEL ORO!
Rumbo del futuro,
lámparas de carburo
me persigue tu viento,
perfumado con
suspiros de luna y de deseo .
No podría presumir
de abolengo minero
si no supiera, enteros
los secretos del abra
si no hubiese llorado
a compañeros que murieron
pescando en las tinieblas
con las carnadas de sus
propias vidas
y desentonaría,
con mi alma barretera
si ya no recordara, que fui tragado por la bocamina
en el diario bajar de la calesa, de la que quisiera
por el buen viaje de sus
pasajeros que el ángel
de la guarda fuera
su palanquero.
El final
La vida ese cúmulo de sueños y de anhelos, de ilusiones y esperanzas, que nos llevó por los lugares más recónditos y escondidos de la tierra, una vida que nos hizo románticos y bohemios, que hoy nos permite recordar a los amigos y brindar un recuerdo a quienes lejos de su tierra, a la distancia añoran a su querido terruño, donde las ilusiones se hacen realidades a su querido Concepción del Oro, Zacatecas, donde se encuentren que la paz y la bendición de DIOS sea con ustedes.
Y pues como decía un buen amigo: "ASÍ ES ESTO.”
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Por: Heriberto Robles Rosales