Luego enfoque mi cámara hasta la prometida cima, casi lo logro, decía para mi mismo mientras mi compañero se adelantaba uno metros fue que lo alcancehasta pasar de una pequeña meseta donde me estaba esperando donde me senté a admirar la vista desde casi la cima donde se alcanzaba a escuchar la procesión de Jesucristo de se celebra año con año en Concepción del Oro, allá a lo lejos las personas se apreciaban como simples hormiguitas,
con sus vidas rutinarias y sin sospechar que estaban siendo observados desde las alturas eso provocaba que me sintiera especial y satisfecho.
Haciendo reflexiones sobre la vida al filo del precipicio no me di cuenta que estaba siendo rodeado por hormigas en pie de guerra pues buscaban el azúcar que llevábamos y estaban dispuestas a conseguirlo a toda costa, decidí no declararles la guerra pues yo las llevaba de perder además no soy tonto sería solamente yo contra unos 20 millones a ver de a como nos tocaba (aparte de que yo era el invasor), bueno, ya en serio, me incorporé par evitar sus quijadas mientras tomé esta foto al filo de la orilla con mucho cuidado sin retar al viento y al destino abriendo mi compás y asegurando mis pies.
Nos faltaban escasos 10 metros para alcanzar la cima y fue cuando tomé esta fotografía apuntando al “cerro del ángel” al que anteriormente fuimos y donde se aprecia con lujo de detalles la diferencia de alturas entre esta cima y la otra.
Finalmente llegamos, eran las 12 del día y lo había logrado nuevamente, te sientes fuerte y valeroso al estar arriba, creo que es lo que todos necesitamos en nuestras vidas no precisamente escalar una montaña si no cumplir nuestras metas para que así justifiquemos nuestra propia existencia y que no dejemos que otros nos digan como vivir nuestra vida. Después de descender algunos metros de la cima tomé algunas fotos hacia abajo donde se puede apreciar con lujo de detalle lo escarpado del cerro y la altura de casi cuatrocientos metros, ideal para el salto en paracaídas ¡je!, y en dirección este apunté hacia uno acantilados de roca que piden ser escalados, pero que se necesita equipo especial, pues ahí están para los que se animen, otra cosa que busqué desesperadamente fue un volcán de aire que se formo durante años de erosión entre las grietas del cerro pues gracias a su inclinación vertical el viento golpea con toda su fuerza filtrándose entre las grietas arrojando aire a presión, lamentablemente la gente acostumbraba arrojarle piedras y varas que el orificio regresaba hasta que finalmente lo sellaron, claro pero varios metros abajo, pues la boca del orificio es lo suficientemente ancha para cualquier persona y se encuentra sin ningún aviso ni medida de seguridad lo cual es muy peligroso y lo más que pudimos hacer en esa ocasión fue taparlo con un árbol seco y quemado desde el ultimo incendio. Se desconoce la profundidad de esta cueva, no sabemos que secretos encierre en sus profundidades sospecho que al menos debe tener unos 200 metros de profundidad y mas allá de ahí… no lo se, tal vez una cadena de cuevas o un lugar idóneo para el murciélago, solamente con equipo de espeleología sabremos sus secretos, nuestro descenso sería por el mismo lugar cuando descendimos del cerro del ángel por lo cual ya teníamos experiencia pero ni aún así nos salvamos de algunos resbalones por la roca suelta por cierto por ahí encontramos una minita, de esas viejitas donde sacaban el mineral con mula, tal vez la próxima vez entremos estaban por ser las 2:00 de la tarde y ya me encontraba en mi casa quitándome las espinas que ni siquiera sabía que aun traía clavadas, pero ya ni me dolía.
Conclusión: una experiencia que tienes que vivir, que nadie te la cuente, vale la pena cualquier sacrificio físico y emocional el llegar hasta la cima descubriendo sus secretos y los más importante descubriéndote a ti mismo templándote para que sepas realmente de que estas echo.