A lo largo de nuestra vida tomamos decisiones unas buenas y otras malas, el problema es que no sabemos cual es la correcta, sin embargo debemos tomarlas y fue precisamente lo que tuvimos que hacer, teníamos que decidir la ruta final hacia el pico principal de la montaña, por un lado estaba la ruta que hacía años había recorrido la cual consistía en hacer una pequeño descenso hacia una cañada
para luego encontrar la vereda que nos llevaría por todo el espinazo de la montaña que corre de sur a norte el cual es largo y extenuante; el otro camino era recorrer por un costado una de las cañadas que corren de este a oeste el cual estaba lleno de rocas sueltas y de espinas a mas no poder. Este último fue el que mi compañero eligió aunque yo insistía en el otro camino pero el era el guía y había que respetar su decisión, sin embargo nos enfrentamos con un terreno de muy difícil acceso mis manos y piernas estaban siendo espinadas y en muchas ocasiones tuve que saltar de roca en roca para poder abrirme paso entre mezquites y pinos como un venado, si mi madre me viera le hubiera dado un infarto. Lo peor fue cuando me di cuenta de que estábamos zigzagueando de arriba abajo lo cual me desgastó más mentalmente que físicamente pues el tener que concentrarte en no dar pasos en falso y en no espinarte equivale a resolver laberintos para lo cual no estaba preparado hasta que al fin me detuve y le dije a mi compañero, ¿sabes que? -Vamos mal, nos estamos cansando de mas.- fue aquí donde decidí cambiar la ruta miré hacia la cima donde nos faltaban casi 180 metros y le dije: - vámonos derecho, -¿estás seguro? Me preguntaba chilo, a lo cual le respondí: - si, porque el venir bajando y subiendo me está estresando aparte de que la vegetación no nos deja ver si estamos pisando la orilla (y en mi mente decía: además todavía soy muy joven para morir aquí abandonado con una pierna rota… ó algo peor), me volvía a decir -¿estas seguro Abeliño?, porque es pura subida-, y le dije: - si vamos a darle derecho -. No se que halla visto en mi rostro si fue la angustia que sentía o el coraje de mi frustración pero no me discutió más y nos encaminamos derecho y sin escalas al menos por unos 60 metros donde empezó lo bueno, la vista desde ahí era impresionante y la espesura de los pinos hacía que nos perdiéramos de vista en pleno ascenso y eso que no estuvimos separados por mas de 20 metros así que por los nervios de verme en ratos solo decidí trepar platicando en voz alta lo cual me dejó sin aliento rápidamente, pero nada que un descanso de dos minutos no resolviera, lo curioso es que el viento a esa altura modifica mucho la dirección del sonido y me daba la sorpresa que en ocasiones mi compañero estaba mas arriba que yo y en otras ocasiones mas abajo, todo estaba bien, mientras no perdiéramos nuestro punto de referencia. Después de un momento decidimos tomar un descanso cuando nos faltaban escasos cuarenta metros, hasta ese momento ya habíamos consumido la mitad de nuestras provisiones, pero al menos íbamos bien hidratados y con una buena cantidad de glucosa en la sangre lo cual exigía un descanso, yo ni me senté esta muy emocionado pero Chilo si se echo una siesta debajo de un pinus jhoannis en un placentero descanso que inmortalicé con esta fotografía.