Después de una larga vida has sucumbido ante los estragos del tiempo, a la vera del arroyo cuyas aguas calmaban tu sed. De cuantas cosas has sido testigo, cuantas avenidas de agua viste pasar en los días de intensa lluvia, escuchando los estruendos de los choques de las rocas, el alarido de animales arrastrados al ser sorprendidos en el cauce y de los desechos de la especie humana arrojados a las orillas, dando salida a su podredumbre e inconsciencia ecológica al ignorar que con ello destruyen su casa, su salud y su vida.

Cuántas generaciones de escolares observarse deambular de ida y vuelta a la escuela, trabajadores apresurados hacia su centro de trabajo en busca del sustento familiar o su retorno al hogar cansados pero satisfechos del deber cumplido igual que, amas de casa al acudir al mercado a surtir los víveres primero cruzando el arroyo a través, de las piedras colocadas estratégicamente para poder hacerlo y más tarde a través, del puente de metal que llegó para ser tu vecino y compañero y que hoy te ve vencido por el tiempo recostado en el lugar que la madre naturaleza te permitió vivir.
Sí pudieras hablar tal vez, contarías cuantas manos te cortaron ramas para aliviar dolores, curar heridas y equilibrar energías de aquellos que por emociones o sustos las vieron alteradas, cuantos columpios sostuviste, a cuantas parejas arropaste una romántica tarde, a cuanto caminante cansado le brindaste tu sombra y con cuántos metros cúbicos de oxígeno contribuiste para brindar vida a la humanidad. Que tristeza verte doblado después de tantos años erigido y fuerte soportando fuertes tempestades y furiosos vientos y más triste la indiferencia de la gente que siempre hace leña del árbol caído pero que, por la fama que te han formado de que pobre leña de pirul de que no sirves ni para arder, te ven acabar abandonado y solo, sin valorar que al igual que la raza humana de esta tierra, supiste sobreponerte a las adversidades de la naturaleza dando y conservando con vida a este rincón de la tierra, con fortaleza y alegría, a pesar de los pesares y que no se hace necesario sucumbir en el fuego, para dejar muestra de buena vida y grande
trascendencia.